Hace 15 años llegué a este país en busca de ilusiones y a fecha de hoy, me puedo sentir satisfecho de haber conseguido las más importantes. Las ilusiones convertidas realidad, me han permitido integrarme hasta el punto de hacer este país mío y por supuesto, que el país me haga suyo y eso por desgracia, se nota cuando duele como patria.
La gratitud de ser cubano y a la vez un ciudadano español de pro, que es lo mismo que decir Vasco, Catalán, Madrileño o de cualquier otro sitio de esta magnífica península, no escapa para mi profundo pesar, al hecho, de que me toque vivir un día a día preñado de situaciones que me desborden y me duelan, sobretodo, si el dolor se refugia en lo más profundo de las entrañas, pensando que en otro sitio, del cual venimos, va a pasar igual.
Este padecer se centra fundamentalmente hacia aquellos aspectos que tanto en la política como en el orden social resultan absurdos y para colmo, que luego precisamente ése absurdo (válgame la redundancia) se convierta en diversas razones de peso, inclusive, a nivel del Estado, trayendo como consecuencia el despropósito de acabar con la vida de una persona, denigrar el estado de opinión de los derechos más fundamentales, incrementar los celos políticos, categorizar procedencias, virtudes, rasgos humanos y necesidades básicas, como algo peyorativo o simplemente, como objeto de burla u ofensa.
¿Dónde está el sentido común de las personas sobre las cosas y los hechos?, continuamente me orada esta pregunta. ¿Nos hemos vuelto locos?. Los provincianismos, los nacionalismos, el racismo, el maltrato de género, la importancia de la condición humana o sexual o vaya Dios a saber qué, son aspectos que hoy en día campean en determinados sectores de esta sociedad moderna, a la vez que antigua, como si fueran epítetos para suplir la carencia de Patria.
Aunque resulte increíble, aquí perdura el arraigo a un pasado condicionado a una dictadura que lleva en su paquete una doctrina fuertemente católica. Lo peor es que quienes se abanderan como antiglobalizadores y sobretodo, revolucionarios sin nación, a pesar de ser muy jóvenes y no haber vivido aquéllo, son los encargados de prácticamente perpetuar las viejas prácticas precisamente por oponerse a ellas. Es como si les doliera no haber vivido un pasado terrible y ya que ahora, la vida está prácticamente resuelta, pues han decidido que “vamos a protestar por protestar”, a ver si nos entretenemos en algo, aunque haya que matar a algo o a alguien.
Lógico pensar entonces, que a mí, que vengo de algo parecido y que ya lo he vivido, me pregunte qué pasará si algún día lo que dejé atrás cambia y hasta dónde entonces será necesario el tiempo para que la mentalidad vuelva al sitio del que nunca debió salir, simplemente para no convertirse en un fenómeno surrealista que se ha convertido en el costumbrismo cubano. Menos mal que España, aunque bruta en muchos aspectos, mantiene su identidad y su patrimonio, sin embargo, creo que a nosotros los cubano – españoles (para darnos algún calificativo), lo tenemos jodido, no somos en realidad ni de aquí ni de allí; pero nos sigue hinchando las fibras, que permanezca la pérdida patrimonial y que la identidad que debíamos defender desde dentro, haya que salir fuera a defenderla y que los de dentro, se hayan acogido a la ley del menor esfuerzo.
Ser cubano señores, es extremadamente difícil. Ser español colegas, es una coyuntura.
Cada quien que haga y se arrime a lo que crea, que pa’ cuando abaixen las velas, el mundo habrá crecido tanto allende los mares de mi isla, que pa’ entonces…… quién lo sabe?